Así, el mes pasado, mientras el buque «Bob Barker» de Sea Shepherd patrullaba la meseta marina de Rochebonne pudo filmar a los arrastreros «Jeremi Simon» y «Prometée» levantando con sus redes a dos delfines atrapados en ellas. Uno de los delfines se había ahogado, pero el otro, aún vivo, emitía silbidos de angustia que pueden escucharse en el vídeo. En lugar de devolver a los delfines al agua ante la presencia de la tripulación de Sea Shepherd, los dos delfines fueron llevados a bordo de uno de los dos barcos.
Esta escena macabra, denuncia Sea Shepherd, se repite todas las noches durante todo el año a lo largo de la costa francesa, y alcanza su punto máximo entre enero y marzo.
Estas embarcaciones pescan principalmente lubina en las zonas de desove durante la temporada de cría. Los delfines que normalmente viven junto a la lubina son atrapados por sus redes de pesca que capturan indiscriminadamente todo lo que encuentran a su paso, las llamadas capturas secundarias.
Los delfines atrapados se ahogan en la red y cualquier delfín capturado vivo generalmente muere a causa de las heridas infligidas por los pescadores a bordo de los buques, denuncia Sea Shepherd.
Los cadáveres de delfines que se recogen regularmente en las playas francesas muestran fracturas, colas y aletas rotas, e incisiones profundas y cortes en la piel producidos por las redes.
Un informe del Centro Nacional Francés de Investigación Científica afirma que la mortalidad infligida a los delfines por los pesqueros compromete su supervivencia a medio plazo
El Observatorio Pelagis de La Rochelle ha estado publicando informes alarmantes sobre la disminución de las poblaciones de delfines durante años. Así, en un informe de 2016 firmado por el Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS), Pélagis y la Universidad de La Rochelle, se afirmaba claramente que la mortalidad infligida a los delfines por los buques pesqueros compromete la supervivencia de la población a medio plazo.
Los mamíferos marinos son particularmente vulnerables, tienen bajas tasas de fertilidad, una alta sensibilidad a la contaminación química y a la originada por los plásticos, y también se enfrentan la escasez de alimentos debido a la sobrepesca.
Aunque la ley exige que los pescadores declaren sus capturas de delfines, en la práctica el Estado francés no ha designado ningún organismo regulador para recibir estos datos. Este vacío evita cualquier control de la mortalidad infligida a los mamíferos marinos por los arrastreros. Además, no se han asignado fondos para la implementación de técnicas de pesca más selectivas, a pesar de que estos fondos existen, afirma Sea Shepherd.